Viaje a ninguna parte (peregrinaje por la Cordillera Cantábrica)
Prado en Pola de Somiedo |
Desde
hace tiempo tenía ganas de hacer un viaje muy especial. Quería
sentir la libertad de no depender de horarios ni paradas obligadas e
ineludibles. Para ello pensé en viajar solo y dormir en mi coche,
sin ataduras y sin más limitaciones que las que yo quisiera ponerme.
Este año, después de superar algunos problemas de salud, he podido
hacerlo. Pero ¿a dónde ir?, siempre estuvo claro: a las montañas
del norte, míticas para mí desde niño, siempre verdes y húmedas,
tan diferentes de mi querido paisaje extremeño abrasado por el sol
en verano.
Al
principio pensé en una duración de nueve o diez días recorriendo
desde el norte de Portugal hasta Euskadi pero diversas razones me
obligaron a reducirlo a seis días (última semana de agosto de 2013)
durante los que recorrería la Cordillera Cantábrica.
Parque natural de Redes |
Siempre
recordaré la primera vez que pisé aquellas montañas cuajadas de
robles, hayas y castaños. A comienzos de julio de hace más de
veinte años, con la mochila a cuestas, alucinado por vivir en carne
propia una lluvia fuerte y pertinaz en pleno julio, rodeado de
inmensos bosques de robles y obligado a dormir en una caseta de
músicos porque todos los prados estaban encharcados y no eran aptos
para colocar una tienda de campaña. Entonces queríamos ver el
maravilloso bosque de Muniellos y lo vimos.
Desde
ese viaje he vuelto varias veces a Asturias y Cantabria. Pero esta
vez ha sido solo y sin prisas, sin límites, sin horarios, con la
casa a cuestas. Mi coche de siempre ha sido adaptado de forma
rudimentaria y sencilla para convertirse en casa.
Por
supuesto, mi idea era hacer un viaje analógico y así lo hice. No
tengo navegador pero, aunque lo tuviera, en este viaje hubiera sido
un sacrilegio usarlo. Prefería construir el camino sin ayuda de
nadie, sin temor a equivocarme y a dar la vuelta o seguir por ver que
nos depara el equívoco.
Pueblo de Caín en los Picos de Europa |
Para
alguien del sur y del interior, la belleza de las montañas y el mar
Cantábricos hipnotiza y es fácil que termine mitificándolos.
De todos modos, para mí todas las montañas son lugares especiales y
mágicos, su nieve y su lluvia alimentan los ríos, son manaderos de
leyendas e historias y son refugio, sobre todo refugio, refugio
para bosques y animales y refugio para resistentes y rebeldes a lo
largo de la historia. Sin las montañas, tiranos y opresores lo
hubieran tenido un poco más fácil.
Picos de Europa leoneses |
En
estos seis días he hecho un recorrido que muchos hubieran corregido
y cambiado. Ha sido mi camino y el de nadie más. Cada persona
transita su camino siempre diferente y original. No hay un camino
igual a otro. Al respecto, recuerdo cuando después de un viaje
por el norte de Portugal decidí leer con interés que decía José
Saramago en su Viagem a Portugal sobre aquellos pueblos y
tierras septentrionales. Tenía especial interés por lo que pudo
escribir sobre la preciosa ciudad de Ponte de Lima. Sin embargo, cual
fue mi sorpresa cuando descubrí atónito que en el viaje por su país
el escritor de Azinhaga ni siquiera la visitó, la dejó a un lado
mientras buscaba otros horizontes.
De
la misma manera que fue incomprensible para mí el desaire que el
escritor hizo a Ponte de Lima, es probable que algún lector no
entienda por qué evité pasar por Covadonga, porque pasé pero no
paré en Potes, por qué no hice la ruta del Cares si estuve a solo
unos cientos de metros de su inicio o por qué no me acerqué a
Santillana del Mar, localidad de la que estuve muy cerca. Por el
contrario recorrí en este viaje los parques naturales de
Somiedo y Redes en Asturias, me aproximé a los Picos de Europa por
Valdeón pero hice una ruta desde Caín que nadie hacía, busqué el
mar en Ribadesella (Asturias) y Comillas (Cantabria) y terminé en el
bello Valle del Cabuérniga en el centro de Cantabria. Sorteé diez
puertos de montaña y transité por cuatro comunidades autónomas. En
este recorrido solo algunos detalles estaban previstos y buena parte
fue improvisado: lugares como el parque de Redes o Comillas no
estaban previstos, la ruta que hice en Valdeón tampoco y los lugares
que encontré para dormir se encontraron sobre la marcha; algunas
veces comí y desayuné caliente pero eso se decidió in situ y según
se desarrollaban los acontecimientos.
Puerto de la Palombera, Cantabria |
Me
llevé varias lecturas y un diario vacío, un cuaderno de tapas
negras comprado en un chino, con la pretensión de rellenar el tiempo
que pensaba me iba a sobrar. No sobró. Entre conducir, visitar y
pasear por los sitios, andar por el monte y quedarme alelado viendo
los paisajes, se fue el tiempo. Apenas encontré huecos para escribir mi diario cuya transcripción exacta aparece en el siguiente enlace.
Las
fotos que aparecen son mías, las hice durante el viaje. En alguna
salgo yo o algunos objetos míos, con ello solo pretendo frenar a los
incrédulos que piensen que el texto me lo inventé y las fotos las
busqué en internet.
Termino
esta introducción con unas bonitas palabras de José Saramago
recogidas en su ya citado Viagem a Portugal: "la felicidad,
sépalo el lector tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente, uno
de ellos. Entre sus flores a quién sepa cuidar de ellas, y empiece.
O reempiece. Ningún viaje es definitivo. Este tampoco lo es".
Me encantan los cuadros con paisajes de montaña, tan solo con mirarlos se respira con aire más fresco:) Tus fosos me gustaría colgarlas en mi casa. Saludos!
ResponderEliminarGracias, agradezco que mis fotos produzcan tan buenos sentimientos. Cuatro de ellas las tengo ampliadas y, convertidas en cuadros, decoran mi pequeño apartamento en la Sierra de Gata. Saludos
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